En estos años de cambio de siglo, en el país, se ha hecho viva la preocupación por lo que se ha venido en llamar "cultura chicha" En esta coyuntura ello esta relacionado con situaciones que se han dado en dos ámbitos distintos: la política y la cultura. El primero, en el ámbito político, a su vez, se han dado tres hechos que han marcado la escena política y la preocupación nacional de fin de siglo: 1) los diarios denominados chicha se convirtieron en pasquines de la mentira, del engaño y del ocultamiento de la información de manera deliberada; 2) la fraudulenta re-re-elección del presidente Fujimori, que apelando a todo tipo de argucias, confabulación, chantaje y engaño se ungió con un tercer mandato anticonstitucional; 3) la conversión súbita de parlamentarios de oposición al oficialismo, los llamados tránsfugas, que renegaron o abjuraron de los principios que los llevó al parlamento. Todo ello ha ocurrido al son de la tecnocumbia 'El baile del chino'. El primer hecho vinculó el termino chicha con la falsedad y el engaño; en el caso del segundo y tercero, su asociación era con la falta de escrúpulos y la flexibilidad de los valores. En suma, los tres hechos del ámbito político se insertan dentro del marco de la flexibilización de las normas y los valores muy extendido en toda la sociedad: que ha transgredido la institucionalidad de las normas; puesto en cuestión la ética y los valores, resaltando una racionalidad instrumental. El segundo, en el ámbito cultural: a la par con el anterior, y merced a la gran aceptación de la tecnocumbia o tecnochicha, se viene asociando a la chicha como una música que "democratiza", dado su inserción en todos los estratos de la sociedad, y medios de comunicación. A todo este conjunto de hechos se la ha asociado con la llamada "cultura chicha".
Pero también, a lo largo de dos décadas, de los 80 hasta el 2000, se ha ido construyendo un significado de la chicha de contenido negativo que ha servido para calificar a todo tipo de situaciones que se vincula con la transgresión, fuera de lo establecido, mal hecho o informalidad. De tal manera que el término chicha fue adquiriendo un valor de contenido negativo. Veremos que ha sido frecuente -aún lo es- leer y/o escuchar de algunos analistas políticos y especialistas de toda laya, sobre todo en los medios de comunicación, el término `chicha' asociado a todos los ámbitos: el económico ("economía chicha", "crédito chicha", "presupuesto chicha", "tren chicha", "modernidad chicha"); el político (un "presidente chicha", "constitución chicha", "alcalde chicha", "sendero chicha", "parlamentaria chicha", "partido político chicha"); lo social ("organización chicha", "asamblea chicha"); el cultural ("es una creación chicha", "colores chicha"); del espectáculo (animadora chicha, vedette chicha, programa de espectáculos chicha); el deportivo ("Alianza Lima fue una estridente chicha sin compás, monótona y sin ritmo"). A la arquitectura ("arquitectura chicha", "casa chicha", "diseños chicha"); también en el uso cotidiano y coloquial ("nada que ver con cosas chicha", "estas pura chicha"); y así, podemos seguir encontrando o inventando más asociaciones con el término chicha (la revista Perúpaz calificó al Perú "1994 ha sido un año chicha en el Perú"; "...este Perú profundamente corrupto y chichero y laxo y desarreglado", Abelardo Sánchez León, revista Quehacer.) pero siempre con ese sentido negativo que se la ha encajado
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